sábado, 9 de enero de 2010

CORAZÓN DE TRAPO



CORAZÓN DE TRAPO.


La amistad siempre es recompensada, ¿para que quieres ser feliz si no hay nadie con quien sonreír?, ¿para que quieres tener ilusión si no hay nadie con quien hacer realidad tus sueños?, ¿para que quieres tener secretos si no hay nadie que quiera saberlos?, la verdad es que todos necesitamos a ese amigo eterno que aguanta nuestros malos días y disfruta de los buenos.


RELATO:

Cuando abrió los ojos se encontró en una caja de cartón y sobre él, una sábana de plástico.
Días y días transcurrían interminables mientras los ojos de niños curiosos se paraban a verlo al otro lado del cristal.
Lágrimas de confeti surcaban su pálido y tierno rostro, una sonrisa triste enmarcaba su cara. Estaba cansado de la cárcel de juguete donde se encontraba atado.
Un día de tantos, levantó la mirada y vio como una niña lo observaba tras la ventana. – ¡Mami quiero ese muñeco! Gritó entusiasmada.
Él enrojeció sus delicadas mejillas de porcelana, la siguió con la mirada mientras se acercaba con su madre hasta el mostrador del vendedor.
Sintió por primera vez la brisa correteando entre su cabellera de hilo,
Cientos de aromas se mezclaban a su alrededor como un torbellino de sentimientos que lo hacían acentuar aun más su sonrisa pintada.
La niña preparó en su cuarto una cama pequeñita con sábanas de raso.
El muñeco era feliz en su nuevo hogar, estaba rodeado de amigos inertes que decoraban de forma exquisita la habitación.
Cada día la niña llegaba de la escuela y lo mecía entre sus brazos mientras le confesaba todo lo que le había ocurrido durante la jornada.
Su corazón de trapo palpitaba fuerte en lo más profundo de su ser, le encantaba dormir entre los brazos de la niña, sabía que estaba cumpliendo su deber como juguete.
Siempre soplaba la vela de cumpleaños con él abrazado y lo besaba en la cabeza, después de pedir el deseo.
Los años fueron pasando y la niña seguía confesando sus secretos a su amigo de tela.
Fue creciendo, era inevitable y el muñeco cada vez se sentía más triste, su amiga ya no contaba con él como confidente, quedó olvidado en un rincón, se sentía utilizado, traicionado por su querida niña.
Una vez más, lágrimas de confeti envolvían al muñeco en una angustia de papel y cartón.
La niña dio paso a una preciosa joven, que solo agarraba su muñeco para cambiarlo de lugar cuando limpiaba su cuarto. Cada vez más sumido en la soledad que tan bien conocía. Enloqueció cuando supo que la joven tenía novio pero su corazón de trapo se partió por la mitad cuando se entero de que se casaba.
Cuando se mudó la joven encerró de nuevo a su amigo en una caja de cartón.
Allí pasó los días más tristes de su vida, no oía nada, la oscuridad envolvía todo su mundo como si no existiera nada más que un futuro incierto para él. Se imaginaba en un triste vertedero entre basuras y ratones mordisqueando su cuerpo, esa idea lo hacia temblar.
De pronto un día cuando ya su esperanza agotada le hizo perder la ilusión que lo mantenía vivo, la joven abrió su caja, lo miró a los ojos, el muñeco recordó esa mirada, la mirada que se clavó en él, ese día en la juguetería.
Lo agarro de nuevo entre sus brazos, pudo notar la dulzura que antaño la niña le había echo sentir.
Lo llevó meciéndolo hasta un cuarto, el muñeco vio en una cuna a un bebé durmiendo placidamente, la sonrisa volvió a pintar su rostro.
La joven lo puso junto a su hijo y sonrió a su amigo con esa misma ternura, el muñeco lo comprendió todo, quería que él le diera a su retoño lo que ya le diera a ella en su niñez.
En su interior de cartón y tela, miles de mariposas revoloteaban y su corazón de trapo volvió a latir con fuerza, como si los años de espera se hubieran esfumado al observar la carita de su nuevo amigo.

1 comentario:

  1. Querida Sara,

    Una bella historia... la imaginación da vida e ilusiona y tú has conseguido conmoverme.

    Un Abrazo muy fuerte y luz para el camino

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